Por: Miguel Angelino (Thoriz)
Si has visto alguna película de la Saga Alien, probablemente sepas que el diseñador de la mítica criatura es el artista suizo H.R. Giger, uno de los más icónicos de finales del siglo XX, dejando no solo dejó una marca indeleble en el mundo del arte, sino que también revolucionó el cine de ciencia ficción con su creación más famosa: el Xenomorfo para Alien: el octavo pasajero. Pero quizás no conozcas la historia y significado de las visiones de Giger que precedieron a esta terrorífica y peculiar criatura, es por eso que este artículo explora cómo las perturbadoras obras de Giger, especialmente Li II y Necronomicon IV, sentaron las bases para la criatura que aterrorizaría a audiencias en todo el mundo, y analizar que es lo que hay detrás de su siniestra apariencia .
El Universo de H.R. Giger:
Hans Ruedi Giger, conocido mundialmente por su estilo único, fusiona lo orgánico y lo mecánico en un perturbador universo visual. Su obra, caracterizada por una atmósfera oscura y surrealista, explora temas como la sexualidad, la muerte, y la tecnología, desdibujando las líneas entre lo humano y lo alienígena. Giger, quien comenzó su carrera como diseñador industrial, utilizó su conocimiento técnico con el uso del aerógrafo para desarrollar una estética biomecánica que se convirtió en su sello distintivo. Entre sus obras más notables se encuentran Li II y Necronomicon V, que no solo ejemplifican su estilo, sino que también prefiguran el diseño del Xenomorfo, la criatura icónica de Alien: el octavo pasajero.
Algo que diferencia al Xenomorfó de otros alienígenas de la ciencia ficción es su apariencia biomecánica. Si, su raza nace prácticamente a través de un parto, a travesando el pecho del huésped que un Facehuger (abraza caras) usó como progenitor, pero en su rápida evolución su cuerpo se ve adherido a partes mecánicas como tubos y palancas, y de lo cual aun no tenemos una explicación de como consiguió. Pero como habíamos adelantado sobre el estilo de su creador, sus obras parecen pertenecer todas a un mismo universo gótico futurista en el que la raza humana se ha vuelto biomecánica, ya que vemos partes del cuerpo humano fusionadas con tecnología; Y como ejemplo de ello en una de las obras de Giger tenemos Li II (1974), una de sus obras más personales.
Para el análisis iconográfico de esta pintura hay que tomar en cuenta que la mayoría de las obras de H.R. Giger tienen una temática post apocalíptica, con representaciones de cuerpos humanos mezclados con máquinas; el mismo Giger, nombra a su estilo como Biomecanoides o biomecánico. Además, sus imágenes contienen un alto grado de fetichismo, a la vez que incorporan simbología sexual un tanto subliminal. Otra cosa que hay que saber es que el rostro en la pintura es un retrato de su en ese entonces esposa Li Tobler. Li fue su modelo para varias de sus obras, y esto lo podemos notar al ver en varias pinturas la aparición del rostro de una mujer biomecanoide que da la apariencia de ser una reina, con la cabeza alargada y objetos semejando a una corona, como en las pinturas Minon (1974) y Magierin (1973).
En esta pintura, Giger fusiona el cuerpo humano con elementos mecánicos, creando una figura que parece existir en un estado intermedio entre lo vivo y lo inerte. El tratamiento del cuerpo femenino en Li II es frío y alienante, un reflejo del dolor y la angustia que Giger asociaba con su relación con Tobler. Esta obra es fundamental para entender la visión de Giger: una combinación de atracción y repulsión, donde la tecnología invade, corrompe y abusa de la carne. Estos mismos principios se trasladan al diseño del Xenomorfo, cuya figura combina características humanoides con un exoesqueleto mecánico, creando una criatura que es tan fascinante como aterradora.
Para entender un poco de la visión y motivación del artista de esta y sus siguientes obras hay que conocer más acerca de la relación de la relación del autor con la mujer que inspiró la pintura Li II. Giger conoce y empieza su relación abierta con la modelo y actriz suiza Li Tobler en 1969. Ambos compartieron una afición por las drogas y la promiscuidad. Giger ha comentado que aquella relación con Tobler era autodestructiva, por constantes conflictos, peleas y la tendencia de vivir al límite. En el año 1974 Li rompe con Giger y se muda a San Francisco con su novio estadounidense, pero un mes después regresa a Suiza y reanuda su relación.
De acuerdo con lo que relatan algunos biógrafos, en el año en que Hans Giger pinta estas dos obras, Li I y Li II, la actriz pasaba por una gran depresión y cuando vio las pinturas reaccionó con un ataque de furia queriendo destruir las pinturas y posteriormente teniendo un colapso nervioso. La psique de Li estaba tan frágil para ese entonces que poco tiempo después ella termina por suicidarse en 1975 a la edad de 27 con un disparo en la cabeza aparentemente con una de las armas de Giger, y escribiendo en el suelo la palabra: "Adiu".
3. El Necronomicon y la Prefiguración del Xenomorfo
El terrible acontecimiento del suicidio de Li desató lo que se convertiría en la etapa más oscura del artista, con la creción de obras que inspiraron la creación del Xenomorfo, como Necronomicon V (1976) que detallaremos a continuación. Esta pintura pertenece a un libro de ilustraciones que Giger publicaría en 1977 y que se titula Necronomicón, inspirándose en la historia del libro ficticio: Necronomicón de H. P. Lovecraft. La historia del libro Necronomicón en la basta mitología de Lovecraft dice que fue escrito en el año 730 d.C y en él contenía conocimientos muy antiguos y nigrománticos, también hablaba de criaturas extraterrestres, o dioses, que, según la rica imaginación de Lovecraft, tiempo atrás dominaron la Tierra. Mientras, en su visión del Necronomicón, Giger presenta el mundo oscuro, el reino de muerte en el que seres biomecánicos, más humanoides que los que describe Lovecraft, dominan los vestigios que quedan de la raza humana.
Para el análisis iconológico de estas obras es necesario saber que desde niño Giger fue una persona muy retraída, y a una edad temprana desarrolló una obsesión con el sexo que lo perseguía hasta dentro del colegio, ya que llegó incluso a masturbase durante las clases; pero el joven Hans era demasiado tímido, se sentía tan atraído como intimidado por el sexo femenino, tanto que se quedaba sin habla estando cerca, y además con su fascinación por la sexualidad, al vivir en un pueblo tan pequeño, era fácil que lo tacharan de perverso. Por todo lo anterior mencionado es natural ver como lo femenino es una constante en sus obras, y siempre muestra una interesante ambivalencia monstruosa con esta sexualidad siempre exaltada y explicita. Además en este universo visual post apocalíptico que el artista ha construido, las maquinas han dominado a la raza humana, pero lo más impactante en las obras de Giger es la manera que muestra que lo hicieron: de una forma violenta y brutal sobre lo biológico, como si fuera un abuso s*xual sobre el cuerpo, pues se puede ver repetida y claramente órganos reproductivos en sus imágenes.
Necronomicon IV es quizás la obra más explícita en su conexión con el Xenomorfo, y la que llamó la atención del director Ridley Scott para convencer a Giger para que diseñara el monstruo de su película. La cabeza alargada, la piel texturizada y los detalles biomecánicos son elementos que se trasladarían casi sin cambios al Xenomorfo. Pero más allá de la similitud visual, el diseño del Alien encapsula la visión de Giger sobre la unión de lo orgánico y lo inorgánico en una forma que desafía la categorización, y sirve de metáfora y reflexión de diferentes temas que aborda implícitamente la película, como: la violacixn del cuerpo (por la penetración que realiza el facehuger y el propio alíen con su cola), la tocofobia (miedo al parto), la xenofobia (miedo a lo extranjero). La simbología sexual de sus obras, con formas fálicas y vaginales integradas en el diseño, subraya el horror visceral que define al Xenomorfo, una criatura que es tanto una máquina de matar como un símbolo de terror primal.
El Legado de Giger
El impacto del Xenomorfo en el cine de ciencia ficción y horror no puede ser subestimado. Desde su debut en Alien en 1979, la criatura ha sido objeto de innumerables análisis y sigue siendo una de las figuras más reconocibles del género. El diseño del Xenomorfo, profundamente influenciado por las obras de Giger como Li II y Necronomicon IV, marcó un antes y un después en la representación de monstruos en el cine. La criatura no solo representa un peligro físico, sino también una amenaza psicológica, encarnando miedos profundamente arraigados en la psique humana. La capacidad de Giger para traducir su visión artística en un ícono cultural demuestra cómo el arte puede trascender sus orígenes para influir en otros medios, creando algo que resuena a través de las generaciones. Y su legado sigue presente en las nuevas entregas dentro de la saga Alien y que siguen respetando y apegándose al estilo tan caracteristico de las obras de Giger, incluso más allá del Xenomorfo con el diseño de escenarios, y en el arte visual, pues durante las precuelas pudimos ver obras de arte muy similares al estilo de sus pinturas, como por ejemplo los murales de los ingenieros, y en los experimentos que realizó el androide David con la Doctora Elizabeth Shaw, las imágenes perturbadoras se parecen mucho a la pintura Li II.
H.R. Giger no solo creó un monstruo icónico, sino que transformó el concepto de horror en el cine a través de su arte. El Xenomorfo, con sus raíces profundamente conectadas al mundo biomecánico de Giger, es un testimonio de cómo el arte puede trascender sus fronteras y encontrar nuevas formas de aterrorizar y fascinar a la vez.
Añadir comentario
Comentarios